Mis Textos Artes y Feminismos

En la calle y en la casa…”
Aproximaciones entre activismo y producción visual feminista...
 Texto presentado en el II Seminario de Arte y Feminismo en Museo Bellas Artes, 2013


Los nudos se pueden deshacer, siguiendo la inversa trayectoria, cuidadosamente, con un compromiso de dedos, uñas o lo que se prefiera, con el hilo que hay detrás, para detectar su tamaño y su sentido[1] Julieta Kirkwood.

Comienzo este texto preparado para el espacio museístico  pensando en ¿cuál es el lugar de generación del conocimiento? ¿la oficialidad de los discursos que legitiman el saber? ó ¿la práctica del hacer cotidiano? Al parecer existe una dicotomía que separa la reflexión de la acción, que sigue enquistada en los dominios más esquivos del acceso a la producción de sentido, en la formulación de nuevos saberes y en la reformulación del saber conocido. Sin embargo, creo que la práctica artística así como la producción del saber feminista son lugares donde la tradición permite fugas de sentido desde los bordes, son sitios de permeabilidad al cambio donde se pueden detectar  de manera  más palpable aquellos nudos de saber/poder que nos señalaba Julieta Kirkwood.
La presente ponencia nominada “En la calle y en la casa…” pretende hacer un eco de éste distanciamiento, de ésta división que parece segregar la generación del saber formado desde la institucionalidad, desde la oficialidad desviando la mirada de la producción de saberes forjados en la práctica autónoma. Utilizo ésta  frase poniendo las gafas del activismo feminista, de la vida cotidiana, de la práctica política, de la “calle” a un seminario de arte feminista emergido desde el circuito cultural oficial, el museo, la institucionalidad o “casa” del saber. Mi pretensión tiene que ver con develar el discurso visual que emerge de manifestaciones feministas que suceden fuera del circuito artístico oficial como reflexión/acción de los discursos feministas actuales.
En este sentido, resulta interesante trasladar el pensamiento de Julieta al terreno del arte donde los nudos entre el saber/poder y patriarcado se instalan en sistemas o estructuras simbólicas que determinan y ocultan mecanismos de control y relaciones de poder. La reproducción de los signos no es ajena a las estructuras de poder y abordar este entramado cultural significa reflexionar sobre una práctica feminista que contrarreste y supere los imaginarios dominantes de éstos discursos hegemónicos.
Es importante tener en cuenta que el arte genera la ilusión de la distinción[2], sobre todo en nuestro país donde es un conocimiento situado desde una elite cultural. Pero también está claro que el desborde de la imagen, los símbolos y signos hace tiempo que están en la calle detonado por los medias. De aquí radica la importancia de significar políticamente estas estructuras, éste intercambio simbólico, abordándolo como otro sistema de comunicación de suma trascendencia y urgencia política para reflexionar sobre las prácticas artísticas y activistas.

…En la casa (estado de la cuestión feminista, en el país)
Democracia en el país y en la casa es una de las premisas más conocidas por las que se alcanza a Julieta, frase que nos retrotrae la fotografía de las feministas ochenteras apostadas en el frontis de la Biblioteca Nacional. Democracia en el país! Exigían estas mujeres en plena dictadura, donde la oficialidad les negaba la palabra, ocultaba los sucesos y negaba la memoria. Democracia en la casa! Replicaba Julieta apropiándose de las luchas personales y cotidianas como arma política, esas mismas luchas que sus compañeros de partido inferiorizaban como superficialidad burguesa. ¡Democracia en el país en la casa y en la cama! Reactualizaron como reclamo las feministas de los noventa denunciando una constitución que todavía disciplinaba las relaciones lesbicohomosexuales como punitivas.[3]
No hay democracia sin feminismo!, era la consigna que proclamaba Kirkwood. Una exigencia, un anhelo, una lucha que cuando se creyó conseguir sosegó almas, calmó ímpetus y sació los sueños. La democracia llegó con su arcoíris tecnicolor -o pareció llegar- coaptando individualidades, orgánicas, organizaciones, distanciando el apoyo de ONGs que con orgullo observaban nuestra mayoría de edad democrática.
 La IV Conferencia Mundial de la Mujer realizada en Beijing en1995 –un año antes del VII Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe- expuso la creciente coaptación de liderazgos del movimiento de mujeres y un creciente financiamiento de estas prácticas que se ajustaban a los requerimientos del Banco Mundial. Este  fue el detonante de una larga discusión que expuso el desgaste e hizo crisis en el citado encuentro feminista organizado en Cartagena. Oficialidad o autonomía pareció ser la crítica que dividió el camino de las prácticas, conocimientos, agenciamientos feministas, atomizando sus luchas.
Hoy, de manera general coexisten grandes grupos feministas concentrados mayormente en las principales urbes del país – específicamente Santiago, Valparaíso y Concepción. Emergiendo paulatinamente un espacio feminista fragmentado, heterogéneo, pero presente en casi todo el territorio nacional.[4] Junto con la existencia de diversas estructuras de mujeres que trabajan desde el período de dictadura, conviven actualmente diversas organizaciones que aglutinan una gran multiplicidad de intereses –clase, etnia, opción política, disidencia sexual, entre otros. Estas reivindicaciones convergen anualmente en convocatorias colectivas que abogan por un piso de derechos incuestionables como la defensa y la promoción de la no violencia contra las mujeres, así como la defensa de la libertad en materia de regulación de la fertilidad y la legalización del aborto. A pesar coincidir en estas acciones en común, todavía no es posible observar un movimiento feminista que actúe como bloque en nuestro país.
Coexisten en la actualidad diferentes espacios feministas que se desenvuelven desde pensamientos aparentemente contradictorias pero que evidencian cual caleidoscopio un crisol de planteamientos que interactúan compartiendo una temporalidad regional. A diferencia del feminismo anglosajón o eurepeizante que da por superado las propuestas esencialistas para decantar en un supuesto postfeminismo, considero que nuestro caso  intersecta diferentes planos de posicionamiento feminista que friccionan o se aglutinan según las urgencias del acontecer nacional.
Como ejes movilizadores de la organizativa feminista en la última década del presente siglo en nuestro país me arriesgo a situar cuatro hitos importantes: el boom mediático de los femicidios en Chile (2005-2007), los intentos de conglomerar al movimiento en diferentes encuentros (Olmue 2005, ELFLAC 2007, Concepción 2010, Valparaiso 2012), el episodio de la prohibición de la distribución de la “pastilla del día después” en consultorios públicos por el Tribunal Constitucional (2008), la polémica marcha por la legalización del aborto y la irrupción en la catedral en julio de este año.
Estos momentos resultan interesantes para reconocer los diálogos y tensiones que se intentan establecer entre organizaciones de feministas históricas, autónomas y las nuevas dinámicas de militancias más jóvenes articulando un activismo que se cruza muchas veces con el discurso artístico para exponer sus demandas.

La calle, espacios feministas y discursos artísticos
La lectura que puedo establecer desde una mirada del imaginario[5] feminista que progresivamente ha incorporado una reflexión sobre la simbólica de género y se ha hecho parte de la reconfiguración crítica de estos signos es un tránsito hacia la formulación de una semiótica propia, una producción e interpretación feminista. Se trata de progresivos intentos por establecer una independencia de significados que se adueña de cuanta herramienta se ofrece al paso para generar una crítica al discurso hegemónico. Una independencia conceptual, formal, estética y política que no quiere distorsiones, intermediarios ni “traductores” que luchan contra la imposición de significados y catalogaciones establecidas.
No se trata de una imitación al arte de elite, ni de una “novedad estilística”, aún menos de una moda estética sino que de una gama de conceptos en lucha que buscan soluciones precisas a través del ejercicio de la conciencia crítica, la libertad y la transformación social mediante la apropiación de imágenes, símbolos, signos muchas veces articulándose como necesidad expresiva, artística, poética que surge desde la intuición.[6]
A través de pegatinas, volantes, intervenciones públicas,  personificaciones, acciones artísticas, puestas en escena, montajes, performance, videoarte, murales, graffitis, comics, entre muchos otros, utilizan el discurso del arte para exponer sus demandas y generar un cuestionamiento al sistema simbólico dominante.
Recurren a “espacios de exhibición” alternativos a los reconocidos circuitos oficiales que frecuenta la vanguardia artística. Organizan intervenciones “callejeras”, se visibilizan en manifestaciones políticas y en la protesta social, coordinan muestras colectivas en encuentros o conversatorios feministas, “performancean”[7] en eventos comerciales,  tokatas ferias y funas por sobre todo difunden, registran y desenvuelven su activismo a través de las redes sociales que propicia el ciberespacio.
Estas estrategias nos hablan de un activismo que irrumpe en lo público como medio de provocación, de transgresión, de denuncia. Exponiendo una perspectiva feminista que propone intrínsecamente una contestación frente a un orden excluyente como medio para establecer un dialogo con la comunidad, para efectuar un cambio social y cultural, como urgencia de alzar la voz, de desafiar los límites y jerarquías conectando con la comunidad.
En este sentido es vital recordar que no son ejercicios aislados sino que se trata de intervenciones con antecedentes anteriores en la generación de una crítica discursiva que cruza arte, sexualidad y política. Como antecedente relevante en establecer una irrupción escénica en el marco de protesta es necesario recordar el asalto coliza instalado por Las Yeguas del Apocalipsis a fines de los ochenta (Francisco. Casas y Pedro Lemebel). Así como la propuesta situada desde la autonomía de Las Clorindas desde fines de los noventa. Y posteriormente el desacato de Memoria Feminista principalmente con el pensamiento de Victoria Aldunate. Por supuesto que es trascendental el aporte del colectivo Maligna Influencias (Julia Antivilo, Jessica Torres, Zaida González) a principios de este nuevo siglo principalmente por medio de poner el cuerpo[8] con apuestas performanceras.
Por otra parte la visibilidad siempre ha sido un objetivo importante en el feminismo callejero. En este sentido es necesario nombrar la relevancia de grupos activistas como el colectivo lésbico La Perlita que desarrolla su propuesta pictórica en las calles de Santiago desde el 2005 así como las irrupciones poético artísticas del colectivo lésbico Las Moiras, también la puesta en escena de cuerpos pintados en cada marcha por parte de la agrupación Pan & Rozas y la preocupación por una estética colectiva identificatoria en las Mujeres Revolucionaria de Maipú.

Tránsitos entre la calle/casa, o el hacer/ser feminista
Una de las estrategias simbólicas más reconocidas tanto a nivel nacional como fuera del país es la apuesta comunicacional que ha desarrollado desde el 2007 la Red chilena contra la violencia hacia las mujeres. Los carteles amarillo y negro con tipografía de tránsito que inunda nuestra urbe con consignas contra la violencia machista han generado ruido en la opinión pública desde la instalación del concepto de femicidio en el 2004.
Una de las intervenciones callejeras más reconocidas, impactantes y de larga data –siete años a la fecha- ha sido el  memorial: “En sus zapatos, no mates a una mujer” Se trata de una muestra itinerante que recorre distintas localidades chilenas exponiendo en la vía pública un número de pares de zapatos vacíos que portan el nombre de mujeres sobre papeles rectangulares con sus fechas de defunción. Simbolizan a través de estos cientos de pares de zapatos vacios la ausencia de los cuerpos[9] de las mujeres asesinadas en manos de las personas que ellas querían. Es un memorial que denuncia una violencia estructural que incide en los cuerpos de las mujeres, exterminándolos como maniobra de dominación.
Éstas propuestas de intervención simbólica apuestan a una problemática real, apelan a necesidades de orden práctico y cotidiano -no exentas de dolor-  Se trata de un llamado de atención urgente hacia sus principales interlocutoras -las mujeres cotidianas- quienes viven en carne propia las vicisitudes prácticas a las que este país les somete.
Del mismo modo la agrupación Las Choras del Puerto[10] realiza su guerrilla feminista desde una visibilización de contingencia nacional que someten la autonomía corporal de las mujeres a una forma desmedida de discriminación, como por ejemplo la restricción de derechos en términos reproductivos como la prohibición de la pastilla de emergencia en el 2008. Esta colectiva genera la circulación de material gráfico digital que parodia y denuncia las contradicciones y sinsentidos de las agencias políticas. Como también irrumpe en el espacio público completamente vestidas de negro, con mascaras negras sobre sus caras y peluca de colores exponiendo en su propuesta los atropellos sexistas, las violencias materiales y simbólicas que están en cada esquina, en cada escalera, en cada pasaje y en cada rincón de nuestro puerto[11].
Exponen su algarabía callejera haciendo vibrar sus silbatos de colores propiciando la murga colectiva. Generalmente realizan sus consignas en conjunto exponiendo carteles en unos llamativos calzones blancos que ponen sobre sus calzas. De manera desafiante e irónica suben sus vestidos y muestran sus traseros o vulvas que en conjunto completan consignas como: Aborto legal seguro y gratuito! ó nuestros derechos no se tranzan!
La propuesta choriza de estos nuevos feminismos pone en evidencia una catarsis activista que utiliza la astucia, el ingenio, la murga, el festejo de la calle para instalar el desenfado del desacato. Se trata de nuevas estrategia movilizadoras que ponen a su favor la potencia del humor, la eficacia discursiva de los espacios de ocio comprometiendo la imaginación y la creatividad.
En este sentido, considero que en la presente década han emergido colectivas o individualidades que  gestionan e instalan propuestas teórico visuales y significaciones feministas que están desarrollando un camino desde el duelo -desde la figura de la victimización- hacia un jolgorio de la transgresión.
Estas jóvenes propuestas activistas utilizan el gesto vital de la acción feminista para detonar una multitud de asaltos, astucias, estrategias de perturbación para divertir y para escandalizar a la sociedad. La misma Julieta nos habla de recuperar el carnaval de la transformación social: HOY las mujeres podemos –deseamos- realizar una nueva conciliación con la cultura, con la historia, con el poder…queremos realizar una nueva conciliación con la sabiduría, porque ¿qué otra cosa si  no es plantear la incorporación de la FIESTA, a una sociedad, generada, planteada y administrada en forma lúgubre?
Una sociedad monumental y masculina  que nos arrastra –sin goce, sin deseo de plenitud de llama, de vida – tozudamente, una y otra vez  a sus juegos/fuegos de muerte, de tortura atroz, de aniquilación galáctica?[12]
Las nuevas estrategias feministas se valen de la fiesta y la revuelta creativa y colectiva para articular nuevas políticas. Un antecedente interesante en la gestión de actividades que generan cruces entre debate acción y fiesta lo expone la colectiva Rita Lazo[13]  quienes desarrollaron en los meses de septiembre y noviembre del 2011 -El Mes de la Puta Patria y Mes de la Inmaculiada Puta Madre- amplias acciones movilizadoras que apoyaban las demandas de la entonces amplia efervescencia estudiantil.
Así también surgen nuevas posturas que visibilizan un tránsito en la dicotomía de género poniendo en tensión el purismo de posturas monolíticas -encasilladas en categorías estáticas de la sexualidad- para irrumpir como nuevos feminismo de disidencia que toman la palabra para impugnar en distinto grado aspectos del orden social hasta el momento no cuestionados. Controversial es el actual cuestionamiento que realizan estas acciones al sujeto del feminismo descentrando la figura de lo mujeril – apropiado en democracia por la institucionalidad estamental y por organizaciones conservadoras ligándolo al concepto de familia- para poner en crisis esta concepción biologicista.
La puesta en acción escénico-callejera[14] -que tensiona los modelos de identificación heteronormativa desde fines de la dictadura- tiene como referente ineludible en la protesta callejera la apuesta contestataria de El ché de los gay (Victor Hugo Robles). Personaje que se presenta en los circuitos de la política oficial desde la apropiación de una figura de masculinidad guerrillera para desacralizarla con atavíos maricas.
También es un referente consagrado, en la apuesta escénica de disidencia sexual nacional, el personaje de Hija de Perra. Su propuesta de intervención indecente ha desarrollado una estética grotesca deliberadamente hipersexual alojada en lo abyecto corporal. Sus espectáculos realizan una apología de lo bizarro materializándose en una critica contrasexual desde un humor irreverente. Volcándose hacia una sátira para impugnar la moral sexual dominante, encarándola desde una crítica del doble estándar nacional.
Estas irrupciones fronterizas que faltan al respeto, que hacen notar su malestar, se deslizan como una provocación, como una transgresión a la apuesta feminista tradicional. Se trata de un feminismo poco serio que se sacude la ética moralizante del deber ser feminista, esa moderadita que responde a las lógicas de la civilidad y el buen ciudadano. Esa que respondía a las lógicas democráticas. Se trata de un cisma conceptual, de una demostración de disenso que apela a trascender las prácticas hegemónicas/ excluyentes de un feminismo heterocentrista y que a su vez se desenmarca de conglomerados homosexuales que siguen enquistados en lógicas de igualdad.
Cuando Julieta enuncia el feminismo soy yo[15], expone un modo de hacer política que se encuentra tanto en la práctica de organizaciones como en la propia vivencia. Inspirada en la premisa lo personal es político[16] apela a la praxis, del “hacer/ser” como una responsabilidad política donde todo lo que hacemos y emprendemos con nuestro paradigma en completa revisión tiene efectos mediatos…
Como me aseveró una amiga activista, los espacios feministas están exigiendo que todas quieren llevar la pancarta![17] Nuevas formas de sabotear los nudos de saber/poder se están apropiando de la corporalidad como campo de batalla, como  nuevas formas de lucha que consisten en el pequeño boicot para desbaratar la división sexual, quebrantando toda lógica de normalidad.
La transexualidad, aún patologizada, expone crudamente un régimen que ordena los cuerpos, rechazando, excluyendo y humillando todo rasgo de anormalidad. Claudia Rodriguez y Michel Riquelme son activistas feministas que promueven la despatologización de las personas trans desde diferentes campos políticos. Su sola presencia provoca un cuestionamiento a la dicotomía de género establecida para generar fugas corporales hacia una rebelión de las distinciones sobre las categorías preestablecidas.
Claudia Rodríguez desarrolla una producción cultural que cuestiona la legitimidad del acceso al saber para realizar una apropiación del discurso político desde la trinchera de la precariedad travesti. Sus intervenciones en marchas o protestas callejeras visibilizan personificaciones de los estereotipos femeninos para generar porosidades en el significante mujer desde lo popular. Así mismo su trabajo poético en el fanzine Dramas  Pobres, la formulación de la Primera Compañía Teatral de Actoras Travestis-Feministas y sus propuestas teatrales iniciadas con la obraDiálogos entre Travestis” articulan una revisión vivencial de lo artístico desde sus impedimentos como travesti por acceder al saber.
A Claudia y Michel les une una experiencia en común con AL BORDE Producciones[18], a través de la Escuela audiovisual -gestionada en nuestra capital como primera experiencia de entrenamiento en la realización de videos activistas por esta organización colombiana en el 2011- posibilitando que Claudia desarrollara la producción “Loka, loka, loka” y Michel Riquelme desarrolla la producción “Todo un hombre”.
Michel utiliza este formato audiovisual y otros para narrar de manera biográfica y paródica momentos claves de su experiencia corporal, emocional, sexual y política, vívidos en las múltiples rupturas que ha hecho para recuperar la autonomía sobre su propio deseo, su cuerpo y su placer. Desarrolla su activismo desde la Organización de Transexuales por la Dignidad de la Diversidad (OTD) propiciando hacer públicas las exigencias de las personas transexuales. [19]
Por otra parte unos de los eventos que ha que establecido lazos internacionales para generar una reflexión acción contra el sexismo; la transfobia, la lesbofobia, homofobia, intersexofobia es el Festival ¿Anormales? (2011) gestionado en nuestro país por la Red Multiversos -en ese entonces Punta de la Lengua y Paila Marina. ¿Anormales? ha colocado el tema trans en el tapete a partir de una convocatoria critica que permite la reflexión desde un visionado de material audiovisual internacional y exposiciones, talleres, debates, música; teatro, performances y fiesta.
Sin duda que otros feminismos están sucediendo y en este sentido Multiversos destaca por proponer un nuevo camino de posicionamiento político feminista desde el agenciamiento colectivo de sus múltiples objetivos particulares. Un nuevo campo de visibilización en la esfera pública desde la posición como conglomerado –manada se autodenominan[20]- generando acciones colectivas desde una coyuntura en común
Los intentos de ésta agrupación exponen una apuesta por definir una identidad propia desde la gestación de una nueva ingeniería feminista, una acción colectiva que detone múltiples estrategias de perturbación. Como en la campaña de Lesbianas en Movimiento:me siento lesbiana” donde utilizaron material gráfico para politizar el sujeto lesbiana, También las propuestas iconográficas montadas por La Punta de la Lengua como la inclusión del dildo en la canasta familiar, o los talleres de creación colectiva de fanzine “Maraca-Pobladora-Feminista: Centro de Madres de Manufactura Queers” (MPF). Así Multiverso aglutina a un gran número de iniciativas como las realizadas por Stephanie Claren con su taller-performance “Coro de Gemidos” sin olvidar las intervenciones poéticas performanceras que en cada marcha disidente realiza Samuel Hidalgo[21].
Está claro que estos conglomerados de agrupaciones feministas siguen armándose y rearticulándose compartiendo espacios, dividiéndose y volviéndose a encontrar para posibilitar conjunciones en torno a una coyuntura en común como por ejemplo la actual problemática del aborto que adquirió interés mediático desde el caso Belén[22] en plena efervescencia electoral. Chile es uno de los cinco países de América —El Salvador, Honduras, República Dominicana, Surinam y Nicaragua— que prohíben esta práctica en cualquier circunstancia.
En este sentido, desde el 2012 Multiversos ha generado una campaña no exenta de polémica “Yo amo aborto, Yo amo Misoprostol”, se trata de una cartelería que se apropia de la iconografía pop para provocar un desajuste en la instalación del debate sobre el aborto y además entregar información valiosa. La campaña desmonta el imaginario colectivo que sitúa la situación de aborto como un lugar de victimización para realizar un desplazamiento que desborde la imagen de la víctima, y de ese modo arrebatarle poder a la norma[23].
Pero, sin duda  que una de las intervención más polémicas generadas en torno al tema fue la campaña “Para una vida mejor, Dona por un aborto ilegal” (2012) de la Cuds (Coordinadora Universitaria de Disidencia Sexual), quienes realizaron un símil de las campañas pro vida, apropiándose de la tipografía y simbólica que éstos utilizan para desplegar un voluntariado de recolección de fondos. Crearon spot publicitarios, video clip y finalmente desarrollaron una propuesta audiovisual que expone la puesta en marcha de la campaña en terreno, exponiendo escenas de esta intervención. Asimismo idearon material audiovisual para viralizar por las redes sociales como “las 42 frases típicas en contra del aborto”. Es importante señalar que esta propuesta les ha hecho enfrentar a la justicia tras una acusación de asociación ilícita por grupos pro-vida.
Es evidente el trabajo de búsqueda que están rearmando los feminismos de militancia más jóvenes reactualizando la antigua pregunta ¿qué es la imaginería femenina?[24] Conformando nuevas propuesta de subversión que se proponen como objetivo intentar aturdir, molestar, ironizar como es el caso de la propuesta de “ivaginario colectivo” que propone el  incandescente “Feminismo verde flúor”. Esta propuesta genera dardos de creación visual como fotografía, performance, audiovisuales como los llamativos videos: “Aborto autónomo”, “Cuenta Pública de la línea aborto Chile”, “De cómo el feminismo me cagó la vida”, que en base a una creatividad lúdica, entusiasta con una clara alusión a una factura de bajo costo, lanzan sus fluidos insolentes que se disparan por la ciberedes como manifiestos contra una realidad consensuada[25]. Así también propician espacios de exhibición artística colectiva para generar una reflexión desde la propia práctica.
Sin duda que éstos exponentes han permitido instalar la temática del aborto desde otra vereda logrando incomodar a través del humor y la parodia, demostrando la importancia de generar una búsqueda para descifrar las tácticas de los discursos conservadores posibilitando un gesto que se apropie de la imagen y la rearticule.  Sin embargo, el trabajo en lo simbólico no sólo  requiere tensiones en la representación y reproducción sino que también en la dialéctica de la producción y transmisión. Un ejercicio de enunciación sin códigos comunes entre los interlocutores se transforma en un lenguaje críptico, difícil de leer por quienes no manejan referencias previas, cegándose a la posibilidad de respuesta y convirtiéndose en un mensaje excluyente para quienes no tienen derecho a saber.[26]
Es evidente que la muestra activista antes expuesta recoge una pluralidad de espacios feministas que paulatinamente se aglutinan para crear acciones colectivas, tal es el caso del manifiesto gordx de Samuel Hidalgo junto a Missogina (Constanza Alvarez, 2012)[27] o la performance Casos clínicos[28], donde participan varias colectivas para problematizar las relaciones entre cuerpo, género e identidad. Acciones discursivas colectivas que rompen con las estructuras de creación y representación enquistadas en códigos de saber/ poder hegemónicos.
En este sentido, me parece urgente la sistematización y reflexión de éstas propuestas por los propios colectivos, para revisar la constitución los discursos feministas circulantes y precisar si actúan como un texto lanzado al viento solo como pancarta de agitación, o si bien buscan establecer diálogos horizontales y multidireccionales hacia destinatarias múltiples para colaborar en conjunto por la transformación definitiva de la sociedad.
Porque para disentir con los marcos culturales existentes se necesita romper con estructuras de dominación prohibitivas que se encuentran hasta en las propias prácticas feministas y autoafirman los discurso desde la exclusión; corriendo el riesgo de encumbrar la diferencia para autoafirmar una postura que se presume como vanguardia.
Desde acá pienso que resulta de vital importancia adquirir, elaborar y recuperar el saber para sí, desde el feminismo como propugnaba Julieta pero no desde la arrogancia de la palestra del saber como lo contempla la intelectualización del feminismo, sino que desde una práctica feminista basada en la autoeducación que entrega la urgencia del actuar, el proceso de desajustar, desatar estos nudos -aunando idea y acto. Se trata de un aprendizaje que genera el adquirir un pensamiento autónomo, desde éste despliegue de estrategias para ir conformando una política feminista, como señalaba Kirkwood.[29]
En este sentido repienso la calle/ feminismo activista/ acción/ experiencia y la casa/museo/teoría/conocimiento ya no como categorías separadas que dividen un adentro y un afuera sino que como territorios, campos de batalla, terrenos de fuerza simultáneos donde se libran en diferente grado disputas por la creación y reproducción del saber. Sin olvidar que la potencia de calle permite recurrir a desplazamientos fronterizos donde la simultaneidad de lo inmediato permite un acercamiento con las mujeres concretas, esas “otras” cotidianas que se están volviendo un destinatario mudo desde la entropía de ciertas prácticas de teorización feminista que cuestionan la propia existencia, reactualizando la objetivización patriarcal y repitiendo lógicas de exclusión profundamente misóginas y elitistas.
El arte y las expresiones artísticas son ese detonante político que permite asumir una mirada advertida -de sospecha- y profundizar las estrategias feministas, ampliando la llegada de dicha acción, haciendo accesible una apuesta en común que se construye desde y para la comunidad, repensando lo político feminista ahora desde una vereda en común.
Con esperanza a Emiliana…
Referencias bibliográficas
Antivilo, Julia
-“Entre lo sagrado y lo profano se tejen rebeldías”: Arte feminista latinoamericano. México.1970-1980. Tesis para optar al grado de Magister en Estudios Latinoamericanos. Universidad de Chile. Santiago, 2006. http://www.tesis.uchile.cl/tesis/uchile/2006/antivilo_j/html/index-frames.html
-“Arte Feminista Latinoamericano” Rupturas de un arte político en la producción visual. Tesis para optar al grado de Doctora en Estudios Latinoamericanos. Universidad de Chile. Santiago, Marzo 2013.

Cápona, Daniela
“Mariconadas escénico-callejeras. Materializaciones estratégicas del cuerpo cola en espacios urbanos”. Texto presentado en el coloquio itinerante: Teatralidades Latinoamericanas, Santiago, 2011.

Colectivo Estudiantas del Género
Cárdenas Rocuant, Carla- Martínez Fontaine, María Fernanda –Valladares Sepúlveda, Jessica –Uribe Valdés, Paola.
“Movimiento  acción de mujeres ayer y hoy ¿Compartimos el mañana?”. Texto presentado en II Congreso Feminista Internacional Argentina. 100 años de Historia Social y de Género de las Mujeres. Buenos Aires, 2010.

D Atri, Andrea
“Feminismo latinoamericano. Entre la insolencia de las luchas populares y la mesura de la institucionalización”, 2005. Disponible en

Forstenzer, Nicole
“Ser feminista en el Chile actual: ambigüedades y dilemas de las reivindicaciones de igualdad de género” Coloquio Chile Actual, Grenoble, septiembre 2013 http://chili-neoliberal.sciencesconf.org/conference/chili-neoliberal/pages/Forstenzer_Ser_feminista_en_el_Chile_actual_ambiguedades_y_dilemas.pdf

Ivaginario Colectivo
“El proyecto verde fluor” El incendio de la realidad consensuada: un conjuro de feminismo radical y brujería práctica. Editorial ‘Dejemos la escoba’, Santiago 2013.
Kirkwood, Julieta
“Ser política en Chile, las feministas y los partidos” Flacso, Santiago, 1986.

Richard, Nelly
“La problemática del feminismo en los años de la transición en Chile” en Estudios Latinoamericanos sobre cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalización 2. Clacso, Buenos Aires, 2001.

Rojas, Julia,
Estrategias feministas por el acceso al aborto con pastillas (acceso a misoprostol). “Ampliar el horizonte de lo posible”: Aborto Libre, Seguro y Gratuito. Texto presentado en Seminario de Aborto, legal, libre, seguro y gratuito: un asunto de derechos humanos. Evento realizado en la Facultad de Medicina, Campus Occidente, Universidad de Chile. Santiago, septiembre 2013.

Zúñiga Vergara, María Soledad,
"Transexualidad masculina; la frontera de una sociedad generalizada" Universidad Humanismo Cristiano, Santiago 2012.









[1] Kirkwood, Julieta “Ser política en Chile, las feministas y los partidos” Flacso, Santiago, 1986. Pág. 213

[2]Pierre Bourdieu propone que los gustos, prácticas y consumos culturales están mediados por un habitus cultural, predeterminado por la clase y dispuesta para cumplir determinada legitimación o diferenciación social. Para más antecedentes revisar  “La distinción. Criterio y bases sociales del gusto”, Editorial Taurus, Madrid, 1988
[3] La mayor parte de las disposiciones que penalizaban la sodomía en Chile- tipificaba como delito- fueron derogadas en 1999 modificando el Artículo 365.° del código penal chileno. Sin embargo se restringe la sodomía como delito únicamente cuando el sujeto pasivo es un varón menor de 18 años de edad. Sin embargo para relaciones heterosexuales la edad de consentimiento sexual es de 14 años. Cabe señalar que dicho artículo ha permanecido vigente desde 1875.
[4]  Buena parte de este apartado está basado en el texto “Movimiento  acción de mujeres ayer y hoy ¿Compartimos el mañana?” desarrollado por el colectivo en el cual participé, Estudiantas del Género para el II Congreso Feminista Internacional Argentina. 100 años de Historia Social y de Género de las Mujeres. Buenos Aires,2010

[5] Imaginario es un término utilizado por el historiador chileno  Miguel Rojas Mix que refiere al encadenamiento de imágenes con vínculo temático o problemático recibidas a través de diversos medios audiovisuales, que el individuo interioriza como referente. El imaginario según este autor opera como una creencia, a través de sus vínculos se imponen los valores de una clase por sobre otras sirviendo simultáneamente a la defensa de sus intereses  y al sustento de su hegemonía. Para mayor antecedente revisar  “El imaginario .Civilización y cultura del siglo XXI” Ed. Prometeo Libros, Argentina, 2006.
[6] Posterior a la presentación de este texto en MNBA, se llevó a cabo el evento “Desencuentros Feministas”, actividad desarrollada por diversas organizaciones feministas en el centro cultural Manuel Rojas durante los días 26 y 27 de octubre 2013. En la mesa sobre arte Julia Antivilo interpeló a las feministas con mayor trayectoria presentes en el lugar a señalar si pensaban sus intervenciones callejeras como “arte”, ante esto Victoria Aldunate le respondió que estas “acciones creativas” sólo tenían una finalidad pedagógica  y en ese entonces no se tenía conciencia que pudiesen ser arte…
[7] Performancear es un concepto palabreado como sudaca por Julia Antivilo en su Tesis  “Arte feminista Latinoamericano” Rupturas de un arte político en la producción visual. Tesis para optar al grado de Doctora en Estudios Latinoamericanos. Universidad de Chile. Santiago, Marzo 2013.
[8]Ibíd.
[9]La cuantificación de las víctimas a través de los zapatos actúa como sinécdoque que nos expone la presencia de las mujeres ausentes recordando la silueta de torturados y desaparecidos utilizada por el Movimiento Unitario Mujeres por la Vida desde los ochenta para denunciar la dictadura militar. ¿Dónde están? parece decirnos el memorial de la Red que actúa como protesta reactualizando la pérdida como emblema político.
[10] Las choras articulan una unión de conceptos en su autodesignación para referirse a varios significados a la vez. Choro en nuestro país es un hombre astuto y de bajo pueblo pero también un molusco que se extrae de nuestro mar y es de bajo costo, mientras que se señala como choro a la vagina por manifestar una similitud en apariencia y consistencia a este fruto del mar. Las choras juntan ambos términos para referirse a su porteña y fémina presencia, su propuesta de desestabilizadora desde los márgenes y por su puesto realizan una cita a “guerrilla girls” apostando por una reapropiación del feminismo porteño contraria a los absurdos del capitalismo neoliberal.
[11] Para revisar el  Manifiesto de las Choras del puerto visitar: http://laschorasdelpuerto.blogspot.com/search/label/Manifiesto

[12]Kirkwood, Julieta op cit. Pág. 211
[13] Agrupación impulsada por la chilena Julia Antivilo, la argentina Leonor Silvestri entre un vasto colectivo de artistas y donde tuve la oportunidad de participar en algunas actividades. http://colectivaritalazo.blogspot.com/
[14]Para más antecedentes revisar: Cápona, Daniela,Mariconadas escénico-callejeras. Materializaciones estratégicas del cuerpo cola en espacios urbanos”. Texto presentado en el coloquio itinerante: Teatralidades Latinoamericanas, Santiago, 2011.
[15]En el sentido más humanamente cierto quisiera decir el feminismo soy yo”  Julieta Kirkwood
[16] Consigna enarbolada en los setenta y expuesto por Kate Millet en su tesis doctoral “Sexual Politics”.(1969)
[17] Conversación sostenida  con Soledad Zuñiga y otrxs integrantes de la Red Multiversos en la 1ª Feria Feminista, Autónoma, Comunitaria y participativa por la descolonización de nuestros cuerpos.  Centro Cultural Manuel Roja, Santiago, Octubre,  2013.
[18] Organización feminista colombiana, quienes denominarán como ARTIVISMOS a narraciones audiovisuales de  experiencias de activismo contrasexual, hecho desde el arte, la parodia, el humor, la creatividad, el placer y el deseo en América del Sur.  http://www.mujeresalborde.org/
[19] En mayo del 2012 esta organización desarrolló la muestra fotográfica itinerante “TRANSITANDO De/Construcción de Historias de Cuerpos Transexuales”. Un registro de fotografías que cuentan historias de vida a través de 26 desnudos transexuales alternando su exhibición en ciudades como Rancagua, Valparaíso, Santiago, Concepción y Puerto Montt.

[20] Entrevista  realizada a los integrantes de la Red Multiversos en Rompiendo la TV!, propuesta transmitida vía streaming por la revista Rompiendo el silencio, cultura lesbiana y diversidad. Noviembre 2012. http://www.rompiendoelsilencio.cl/red-multiversos-y-fondo-alquimia-en-rompiendo-la-tv/

[21] Samuel Hidalgo, Salmuera, además ha desarrollado diversas publicaciones ligados a su trabajo político en la diferencia sexual como "Neo pobreza" y su fanzine "Fleta Gore". (Ed. Moda y Pueblo, 2011y 2012 respectivamente).
[22] El llamado caso Belén generó revuelo mediático a nivel nacional respecto la penalización del aborto en nuestro país al exponer las violaciones reiteradas a las que fue sometida una niña de 11 años que terminó  embarazada por su  padrastro. Chile es uno de los pocos países de América Latina que no permite el aborto en ninguna circunstancia.

[23]Rojas, Julia, Estrategias feministas por el acceso al aborto con pastillas (acceso a misoprostol). “Ampliar el horizonte de lo posible”: Aborto Libre, Seguro y Gratuito. Texto presentado en Seminario de Aborto, legal, libre, seguro y gratuito: un asunto de derechos humanos. Evento realizado en la Facultad de Medicina, Campus Occidente, Universidad de Chile. Santiago, septiembre 2013.
[24]Críticas como Lucy Lippard apoyaron en los setenta esta teoría de la existencia de una imaginería femenina iniciando un controvertido debate sobre lo femenino y sus posibles lecturas. Para más antecedentes revisar Lippard, L.R.: "What is Female Imagery?" en From the Center. Feminist essays on women’s art. E. P. Dutton, Nueva York 1976, p. 80.
[25]Ivaginario Colectivo “El proyecto verde fluor” El incendio de la realidad consensuada: un conjuro de feminismo radical y brujería práctica. Editorial ‘Dejemos la escoba’, Santiago 2013.
[26]Una propuesta interesante para reflexionar sobre el saber oficial transmitido y los juegos de inclusión y exclusión que señala Kirkwood es el texto de Paulo Freire, “¿Extensión y comunicación?, la concientización en el medio rural” Siglo XXI, Bs. Aires 1969.
[27] Missogina se sitúa en la línea del postfeminismo desarrollando intervenciones y performance desde un contexto under como línea de fuga, proponiendo visiones insurrectas del cuerpo frente a este sistema heterokapitalista. Sus propuestas se inspiran en las acciones formuladas por Annie Sprinkle e Itzar Ziga, como la acción donde realiza un homenaje a la performance Anuncio Público del cuello uterino de la ex actriz porno. http://missogina.perrogordo.cl/
[28] CASOS CLÍNICOS Pacientes peculiares que generan interés médico y/o docente, por su singularidad y rareza…CASOS CLÍNICOS enigmas del sistema… CASOS CLÍNICOS somos el desborde del placer oral, anal, carnal, genital…Somos el desborde de nuestras propias pieles…somos el desborde de nuestros propios colores, sudacas, olores, sudacas, sabores sudacas. CASOS CLÍNICOS no queremos parir, queremos ABORTAR, estamos en huelga permanente… CASOS CLÍNICOS somos nosotras, ni madres, ni ciudadanas, ni sumisas heterosexuales. Extracto de flyer entregado en la frustrada marcha por un aborto libre, en el Día por la Despenalización del Aborto en América Latina y el Caribe. Santiago, 28 septiembre 2013.
[29]Kirkwood, Julieta, op. cit . pág. 200-203



“Ecuaciones de género”, teoremas visuales en la era del “posporno”, una mirada a la obra de Katia Sepúlveda desde los nuevos espacios feministas.
Texto presentado en la mesa "Desobedientes" Sala Bellas Artes Mall Plaza Vespucio, 2013

Cuando me invitaron a participar de esta mesa, “Las desobedientes: género, arte y política en el Chile de hoy” sentí un poco de vértigo por el reto que me estaban proponiendo: intentar hilvanar un hilo conductor con conceptos tan poco digeribles en una primera mirada como postporno, pornofeminismo, teoría queer y la contingencia actual, utilizando como detonante la  muestra de Katia “Ecuaciones de género” -que se llevó a cabo el mes pasado en esta sala del MNBA[1]- además desarrollar la propuesta en un tiempo reducido de quince minutos, parecía una apuesta bastante ambiciosa pero difícil de resistir. Es que no todos los días se puede visitar una muestra de una artista que trabaja el transfeminismo en una sala del Bellas Artes, una sala enquistada en un centro comercial, el mall. Un espacio  consagrado para el arte, en la sociedad de consumo, en pleno paradero 14 de la comuna de La Florida.
Algo estaba pasando y  sonaba bastante tentador! No puedo evitar recordar la primera vez que vi el  trabajo de esta artista, allá por el 2011 en el  1er festival Internacional de video arte con temática porno, “Dildo Roza”. "Belleza versus belleza” se llamaba el video  con el que la autora competía en este primer certamen, que por lo demás causó tanta expectación en el mundo under citadino que logró atiborrar las setecientas butacas del antiguo cine Capri.
El video con el que la artista competía mostraba en un primer plano un pubis desnudo - y depilado para la ocasión-  introduciendo lentamente, muy lentamente, casi al ritmo de un registro sonoro que repetía los golpeteos de una campana, una muñeca barbie  en su vagina. Alojándola casi por completo hasta dejar solo sus pequeños piececitos al descubierto. Se trataba de una filmación polémica que hacía las veces de eco de la obra de Courbet, la misma que se mantuvo oculta por largos años, “El origen del mundo”.
El video de Katia rememora el  tremendo revuelo que produjo esta obra en su tiempo por exponer como motivo principal una vulva y situarla como punto de atención del cuadro, cercenado en el encuadre piernas, brazos y cabeza -aunque hoy por hoy se le quiere asignar una rostro para esta señorita indecorosa-, pie forzado que obligaba al espectador/a situarse en un punto de vista inédito en la historia de la pintura.
La artista retoma ésta famosa cita de la historia del arte y le brinda movimiento. Se apropia de ese cuerpo femenino expuesto y abierto a la mirada de cualquier espectador para brindarle una actitud osada y contestataria. Exhibe una auto-penetración, entendida por los delicados movimientos de una mano con uñas pintadas, que cuidadosa y osadamente atraviesa su vagina para la mirada de las/os demás.
En esta obra, Katia propicia un cuestionamiento de la normatividad sexual contraponiendo la belleza “natural” de la genitalidad femenina que es capaz de gestar y parir, con una belleza moderna, una belleza de la era del plástico empaquetada y distribuida de manera mundial para suplir la aspiración de toda niña, “pequeña madre”.  En lugar de parir, su vulva aspira ésta delgada muñeca, transmutándose desde entonces en dildo/falo/pene despojándola  lentamente de su aparente imagen de inocencia. En un ardid semiótico la artista es capaz de transformar los mitos más perversos de la  vagina “dentada” y “devoradora” en un gesto de apropiación corporal,  de reividicación autoral.
Recuerdo muy claramente su video y un par más de una veintena que participaban en “Dildo Roza”. No sólo por lo provocadora de su propuesta que ganó el “Premio al mejor video arte Porno”, sino que por la actitud de desenfado de su madre al atreverse a subir al escenario para recibir el galardón. Recuerdo que “Hija de perra”, quien animaba ese certamen, comentó que la artista vivía en Alemania y en su representación recogería el premio su mamá. De inmediato se escuchó una carcajada colectiva, parecía bastante escandaloso que una buena mamita recibiera un premio  tan “obsceno” –  un dildo roza-  literalmente una estatuilla con forma de pene rosado. La madre de Katia en un gesto de insurrección dió amablemente las gracias y comentó lo orgullosa que se sentía por el trabajo de  su hija. Es que una “mamita siempre es una mamita” creo que reflexionamos al finalizar el evento. Una especie de vergüenza indecorosa, creo que fue mi sensación. Porque de las afecciones sexuales y todo lo que se relacione con el sexo, debe ser algo personal y privado difícil de compartir en público y aún más con nuestros progenitores.
 Me volví a encontrar con la propuesta de Katia el verano del 2012 en la sala +18 de la Biblioteca de Santiago, en la muestra "De los maravillosos sucesos que les acontecieron a las Preciosas satíricas” donde la artista estuvo presente y pudo conversar con el público sobre la ya mencionada propuesta "Belleza v/s Belleza" (2007), y los videos "Nida" (2004/2005), "Postsexual" (2007), expuestos en ésta sala de MNBA. Pero también tuvo la posibilidad de mostrar obras más subidas de tono como “Wish” (2010/2011) video que expone en un encuadre cerrado y en primer plano dos manos aparentemente femeninas, de distinto tono racial y cubiertas por herméticos guantes de poliuretano quirúrgico sodomizando un ano de un cuerpo aparentemente masculino.
En ese conversatorio Katia nos entregó un papel con una cita de bell hook  que decía: Las mujeres blancas que dominan el discurso feminista, que en su mayoría crean y articulan la teoría feminista, muestran poca o ninguna comprensión de la supremacía blanca como política racial, del impacto psicológico de la clase y del estatus político en un estado racista, sexista y capitalista[2], para ejemplificar lo que intentaba desarrollar en sus planteamientos artísticos como sudaca transfeminista en Alemania. Cuando finalizó el conversatorio me quedé con la sensación de que en  sus propuestas había un desafío a las reglas dominantes, planteaba un porno combativo, provocador, políticamente incorrecto que la ya tradicional pornografía más preocupada de la estimulación erótica. Pero también salí de esa actividad con muchas dudas: ¿qué tan relacionado estaba su trabajo con el feminismo?, ¿qué tenía que ver este tipo de porno con la lucha feminista?, ¿se trataba de obras accesibles a todo público o se trataba de un discurso feminista de alta cultura, en el que hay que leer una serie de autoras para entenderlo? o se ¿puede entender de forma  independiente a ese saber? Creo que el ejercicio de reflexionar sobre sus trabajos de video arte expuestos en “Ecuaciones de género”, es una buena forma responder estas interrogantes.
Al recorrer la  exposición su montaje parece establecer una división precisa de dos grandes espacios, uno con acceso a todo público pintado con paredes de colores estridentes  donde se encuentran los trabajos:“GTAC”, “Skyline”, “Objeto de la Academia”, “M21” y una zona privada con una luz más tenue donde se sugiere el paso a mayores de 18 años.  Acá se encontraban las obras  “Nida” y  “Post-sexual”, los trabajos más osados de la artista - en esta muestra- dónde sitúa su propio cuerpo, su sexualidad e intimidad en primera línea. Queda claro lo que se puede mostrar en público y lo reservado para la intimidad.
Al parecer y a pesar del paso de los años aún sigue vigente la tesis de Kate Miller lo personal es político. La autora señalaba el patriarcado como un sistema de dominación que invisibiliza las acciones que se consideran personales y privadas, otorgándole relevancia a lo público. Su provocadora consigna permitió mostrar la estrecha vinculación entre las acciones cotidianas y la posición política, detonante movilizador hacia la acción, vinculando teoría/ práctica cualidades que desde entonces caracterizan el feminismo.
Desde esta posición no es tan extraño asociar la intimidad y sus cuestionamientos desde lo más personal, el cuerpo, con las reivindicaciones feministas. Sé qué asociar porno con la lucha feminista suena un poco contradictorio al comienzo, porque generalmente se  asocia al feminismo con lo “anti pornográfico”. De hecho, la etimología de la palabra pornografía, proviene del griego “porné” prostituta y “graphein” que significa escribir. Sé que también el imaginario antipornografía retiene escenas de mujeres estadounidenses que encolerizadas protestaban fuera de los cines triple x  con pancartas combativas con lemas como: la pornografía es la teoría, la violación la práctica[3] Imágenes capturadas de alguna pantalla probablemente, ajena a los setenta/ochenta de la dictadura en Chile, asociadas a una iconografía masificada por los medios de comunicación de las “feministas come hombres”. Entonces, ¿qué pasó?, ¿qué sucedió para que el feminismo se hiciera como bastión de lucha las representaciones más despreciadas por la sociedad?
Una explicación probable para este debate es el feminismo liberal, postura que sustentaban activistas usamericanas como Catharine Mackinnon y Andrea Dworkin desde los ya nombrados setenta. Ellas condenarán las representaciones eróticas de las mujeres en los medios de comunicación por convertirlas en objetos sexuales  y promover la violencia de género. Su visión llegó a un extremo puritano abogando por  la abolición de la pornografía, haciéndose portavoces  de demandas de vigilancia,  represión y censura en nombre y para protección de las mujeres desde las instituciones del Estado. Pero cuando esta regulación se puso en marcha, el movimiento anti pornografía expuso un control hegemónico de la sexualidad aplicando censura por sobre todo a las sexualidades minoritarias, exponiendo criterios heterosexuales  y dejando claro las normativas  patriarcales que reprimen y controlan el cuerpo de las mujeres en una sociedad machista.
Ésta situación planteó un cuestionamiento al feminismo de “mogijatería” generando un desplazamiento en las estrategias de acción activista. Ya no se trataba de lapidar las representaciones que “humillaban” la femeneidad sino que se comenzó a debatir el concepto mismo de lo “femenino”. La teoría feminista se apoyó en textos de filósofos posestructuralistas de los ochenta como Michel Focault, Gille Deleuzze para llegar a discutir incluso aquello que parece más obvio: que el sujeto político del feminismo sean las mujeres[4]. Los análisis a las representaciones sociales, culturales y a las instituciones de poder parecían evidenciar un mandato constante, lo femenino equivale a ser mujer, blanca, heterosexual, sumisa.
Desde este cuestionamiento surgen nuevos feminismos, “disidentes” que descentran el carácter natural y universal de la condición femenina con distintos análisis que contraponen clase, raza, y opción sexual, “primermundismo” entre muchos factores de diferenciación, logrando descentrar el sujeto mujer como objeto del feminismo y desnaturalizar la noción de identidad sexual utilizada hasta el momento. Uno de los desplazamientos más importante vendrá de teóricos gays y teóricas lesbianas como el mencionado Michel Foucault, Monique Wittig, Donna Haraway, Adrienne Rich y posteriormente Judith Butler quienes pondrán el acento en la heterosexualidad como un régimen político y un dispositivo de control que produce la diferencia entre los hombres y las mujeres, y transforma la resistencia a la normalización en patología[5]
La década de los ochentas hace crisis con el destape del SIDA y se convierte en un momento fecundo para la aparición de microgrupos activistas de las mal llamadas minorías sexuales en USA. Quienes deciden visibilizarse y mostrarse ante la sociedad  repropiándose de un concepto que les injuria y ultraja, auto designándose con un insulto para re-apropiárselo como un lugar de enunciación política. La palabra queer en inglés es una ofensa que designa esos cuerpos como abyectos, anormales, patológicos, en español sería algo así como marica, maricón, marimacho, tortillera…
En palabras de Judith Butler: No se trata solo de comprender cómo el discurso afecta a los cuerpos, sino de cómo ciertos agravios colocan a ciertos cuerpos en los límites de las ontologías accesibles, de los esquemas de inteligibilidad disponibles[6]
Esta estrategia de remantización les permitirá devolver la mano y en una posición altiva y contestataria revalorizar las identidades y  visualizar a lo/as “excluidos” desde la tarima del desacato. Intentando desarmar las ideas fijas acerca de la identidad sexual, como la 'heterosexualidad', la 'homosexualidad' o la 'bisexualidad', desde el desarme de la triada cuerpo biológico/género/y preferencia sexual. Apropiarse de un insulto queer para visibilizarse subvierte, retuerce el pensamiento categórico simple sobre la sexualidad y la identidad. De esta manera, queer se convierte en un proceso a través del cual lo habitual se vuelve extraño, raro. [7]
Con este giro conceptual la posición queer deja claro que una de sus maniobras a las que prestará gran atención serán las cuestiones de la representación. Sus postulados y algunas posiciones radicales del feminismo que optaron por desvincularse de la mojigatería reinante permitirán hacer del cuerpo y el placer, plataformas políticas de resistencia al control y la normalización de la sexualidad. La cultura queer comenzará a utilizar en sus instancias más contestatarias y reivindicativas, la visibilización desde los bordes, desde los espacios de contestación marginal para exponer realidades subalternas.
Esta insumisión sexual, proporcionará  un desborde de nuevos  feminismos que prestarán una atención inesperada a aquellos ámbitos que se habían pensado como bajos fondos de la victimización femenina y de los que el feminismo no esperaba o no quería esperar un discurso crítico[8], la insubordinación de los cuerpos desde el sexo. Estas nuevas batallas propondrán que el mejor antídoto contra la violencia de género no es  prohibir  la pornografía o la prostitución sino que la toma del poder  y  romper con las reglas visibilizando, mostrando prácticas no normativas, creando producción de representaciones alternativas de la sexualidad. En palabras de la teórica española Beatriz Preciado, el Estado no puede protegernos de la pornografía ante todo porque la descodificación de la  representación (pornográfica) es siempre un trabajo semiótico abierto” del que no hay que prevenirse sino al que hay que atacarse con reflexión, discurso crítico y acción política. [9]
La obra de Katia es heredera de estos feminismos sometido a grandes transformaciones y críticas reflexivas, un campo de acción que se ha propuesto poner en tensión  la pornografía ya no desde la censura sino que desde la producción de representaciones alternativas de sexualidad con una mirada no normativa para generar su desmantelamiento. La idea es utilizar el feminismo como “plataforma” de discusión y reinvención de nuevas representaciones. Desde acá surge el “posporno” para evidenciar representaciones de las sexualidades transgresoras, queer, trans, alternativas, intentando escamotear con distintos ardides la representación de la sexualidad normativa heterocentrista. Se pretende romper con lo inmutable de la pornografía clásica, convertirse en hacedores de nuevas representaciones que evidencien diferentes sexualidades que se ejercen contra el mandato oficial.
Pero estas manifestaciones artísticas tienen su comienzo desde el denominado performance art, en el que se apoyan muchas mujeres artistas para realizar sus reivindicaciones desde comienzos de los ‘70s. Tras el transcurso del tiempo, el video llega a ser el medio más óptimo para poder registrar las acciones.  La performance “Nida”  de Katia Sepúlveda que expone la caída de su sangramiento menstrual en una bacinica de plástico transparente es un guiño al trabajo de artistas míticas como Judy Chicago y su acción “Red flag” (1970), donde realiza la extracción de un tampón con restos indicativos de su menstruación. También a Carol Schneemann y su performance “Interior Scroll” (1975) consistente en la extracción de un rollo de papel desde su vagina , que luego leía al público asistente como un texto feminista. Nos habla de Valie Export y su controvertida performance “Genital panic” (1969), donde la performer acude a un cine de películas pornográficas, con unos pantalones de cuero que dejaban al descubierto su pubis y además, con una intimidante metralleta. Todos antecedentes de performances provocativas y transgresoras, tildadas de alguna vez de abyectas o violentas.
Las nuevas activistas no ocultan su cuerpo, sino que lo sitúan como protagonista. No ocultan su sexualidad, sino la utilizan al máximo y en todas sus posibilidades para dejar clara su posición militante. Se trata de una corriente de artistas y activistas que realizan la batalla contra el patriarcado desde el propio cuerpo.
Otro referente trascendental para abordar los tabúes de la pornografía es la labor de Annie Sprinkle, que con un pasado de actriz porno y trabajadora sexual, inaugura en los 90’ un nuevo discurso pornográfico relacionado profundamente con la performance, el “postporno”. En su espectáculo “Public Cervix Announcement”, los asistentes tenían la oportunidad de observar  el cuello de su útero gracias  a la utilización de un espéculo con el que abría su vagina y a la ayuda de una linterna para hurgar en una actitud voyeurista. Sprinkle abordará estas performance con el concepto de “pospornografía”, introducida por la teórica feminista Teresa de Lauretis desde una óptica queer en los años ochenta[10].
Por su parte la francesa Virginie Despentes, escritora y cineasta, co-autora de “Fóllame”(2000), una película que decididamente transgreden sexual y sangrientamente los estereotipos asignados a la mujer en el cine, aportará imprescindibles reflexiones teóricas con respecto al tema. En su ensayo “Teoría King Kong” hace un llamado a la rebelión del “proletariado del feminismo”, es decir las putas, las lesbianas, las violadas, las marimachos, los y las transexuales, las mujeres que no son blancas, las musulmanas(…)las feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las mal folladas, las infollables, las histéricas, las taradas, todas las excluidas del gran mercado de la buena chica [11] Su escrito descarnado, encolerizado y no falto de violencia es uno de los textos imperdibles para entender el devenir de las nuevas estrategias activistas.
Junto a ellas  la filosofa española Beatriz Preciado, quien ha traducido al español los textos de Despentes, se ha convertido en uno de los iconos de estos nuevos feminismos con herencia queer. Autora de  “Manifiesto contra-sexual”, “Testo Yonki”, “Pornotopia”,  ha facilitado la emergencia de conceptos y argumentos para conectar teoría y práctica como terreno fértil para expresar y reivindicar modos propios de disfrutar y entender el sexo. Sus aportes han permitido el posicionamiento de trabajos críticos frente al género y la sexualidad como el realizado por María Llopis, Itziar Ziga, Diana Torres quienes han generado un movimiento de cuestionamiento artístico que ha tomado vigor en España  durante la primera década del siglo XXI.
Como una posible definición simplificada y sintetizada Marisol Salanova plantea que El postporno es un movimiento artístico que propone el disfrute de nuevas representaciones alternativas del cuerpo, elaborando un imaginario sexual en el que tengan cabida las sexualidades periféricas y disidentes que la heteronormatividad y el porno clásico marginaban[12]. Sin embargo a esta apreciación le falta mencionar la carga combativa de estas prácticas que se caracterizan por su crudeza y realismo para evidenciar que las pulsiones sexuales, el deseo y la política se entremezclan como armas que desafían  los límites culturales.
En palabras de María Llopis autora de “El Postporno era eso” se debe señalar que el movimiento postporno es feminista o no es[13];  un feminismo que crea alianzas con los trans, con el movimiento queer y que en definitiva sitúa la sexualidad / intimidad como poderosa fuerza de creación y como arma política necesaria para cuestionar la sociedad en la que vivimos.  Como explica Itziar Ziga, autora de “Devenir Perra”: a las mujeres se nos domestica socialmente a través del pudor: no debes hablar muy alto, ni decir lo que piensas, ni exhibirte. De modo que terminar con esos límites, hacer que exploten mostrándote como una zorra depravada, es lo mejor que podemos hacer las mujeres. Y los resultados suelen ser muy positivos[14], afirma Ziga.
Éste  postporno heredero de la acción política radical, devenido de los feminismos transgresores, del arte autogestionado, callejero y reivindicativo, ha dado pie para construir un marco conceptual en la transversalidad, en lo  transitorio, en el transitar. Ha dado pie a nuevos feminismos, “transfeminismos” que buscan  en palabras de la teórica mexicana Sayak Valencia: la desjerarquización y desarticulación de las categorías de género, de preferencia sexual y de  cuerpo biológico como una  triada indisoluble. Evidencian que la construcción de las subjetividades no es una realidad “per se”  y por lo tanto como toda ficción se pueden desandar y no adscribir. [15]Transfeminismos que buscan la desobediencia de género, de consumo, de ideología como una forma de encarar estas opresiones.
A este discurso se vincula la propuesta visual de Katia Sepúlveda, mostrándonos en una de las paredes de la exposición el “Manifiesto Transfeminista”,  un posicionamiento que entremezcla teoría poscolonial, teoría queer y estudios transgénero. Un desplazamiento desde el queer anglosajón de los ochenta a un cuir (como se pronuncia fóneticamente) hispanizado, de habla hispana que se constituye en amistad con  las luchas transgénero, transexuales pero también en  oposición a un movimiento homosexual normalizado y coaptado por los discursos de la igualdad, el respeto, la tolerancia y  la integración.
Esta consciencia crítica se manifiesta por sobre todo en su obra “Postsexual”, propuesta audiovisual que cuestiona la construcción de la masculinidad hegemónica y del patriarcado blanco supremacista y capitalista, como lo denomina bell hooks. Es decir, este sistema entrelazado de dominación que define nuestra realidad, enraizando, socializando y legitimando las prácticas/demandas del heteropatriarcado constituyéndose como  institución, como constructo institucional que  funcionan de manera simultánea en nuestra vida.
En “Post-Sexual” se exhibe un díldo (juguete sexual) derritiéndose en un sartén de cocina. El encuadre del video muestra de forma cerrada un espacio higienizado, “pulcro” tanto en su visualidad como en términos de aseo. Expone una plataforma que parece ser una cocina, bastante moderna porque no produce llama, entendida por la localización de las perillas que se encuentran en el borde de la pantalla. “Moderno”, también podríamos denominar el aparato de cocina “sartén” por su acabado de diseño “vanguardista” y por las capas de “teflón” (ironía tercermundista) . En el fondo, se aprecia una especie de balanza cercenada por el recorte de la imagen, la que produce un efecto temporal junto con la lentitud del proceso de derretimiento.
En un acto de transgresión Katia lanza a la “hoguera doméstica” (la cocina espacio “femenino por excelencia”) el símbolo del patriarcado, un dildo, un juguete sexual que hace las veces de pene/falo/pater/bastón de mando y autoridad. En un gesto provocador desvanece la “quinta esencia” de la masculinidad cuestionando la normatividad de una sexualidad oficializada. Esta acción de prestidigitación quedará alojada en la temporalidad constante y repetitiva de la propuesta audiovisual, pero también se expondrá como trofeo “el arma del delito”, el sartén multiplicado cuatro veces sobre una plataforma, constituyéndose como señala la autora en un  fundido entre video y escultura. La bella apariencia de estos artilugios, su diseño sofisticado y su exhibición en variados colores parecen desviar nuestra mirada a un escaparate de una multitienda -otro lugar “femenino por excelencia”- volver a mirar la incineración del falo y nuevamente desviar la mirada a estos trastes de cocina que en su ardid de centro comercial nos invitan a recordar a sus parientes pobres, que en otras manos de mujer iniciaron la urgencia de “cacerolear”.
Son estas cacerolas de aluminios “El mono” (un letrero luminoso instalado en plena alameda en los ‘80s), las ollas comunes, los antiguos “choqueros” caseros, son el acorde que resuena como descompás en esta muestra. Tal vez sea una reminiscencia muy propia de una hija de obreros/as subcontratados/as, tercermundista y sudamericanos/as, pero vuelvo a recordar la frase de la feminista negra bell hooks : Las mujeres blancas que dominan el discurso feminista, que en su mayoría crean y articulan la teoría feminista, muestran poca o ninguna comprensión de la supremacía blanca como política racial, del impacto psicológico de la clase y del estatus político en un estado racista, sexista y capitalista.[16]
Algo no se alcanza a percibir en la muestra y no tiene que ver con el discurso combativo de la artista si no que con los códigos para que sus obras sean leídas. El libro de visitas expone una reiteración, una denuncia, un grito de auxilio: las obras son inaccesibles sin el texto que las acompaña. Suena contradictorio que el espacio destinado a lo público, al acceso de todas las edades donde se encuentran las obras: “GTAC”, “Skyline”, “Objeto de la Academia”, “M21” sean las más ajenas, las más difíciles de abordar. Mientras que la potencia de lo corporal, del cuerpo que es un espacio vivido por todas y por todos sea lo restringido.
El problema de lo conceptual es que parece desteñir el discurso de lo combativo en la pulcritud de lo “minimal”, desvanece la potencia política de las representaciones e impide la lectura de la crítica cultural a un auditorio más amplio. “Ecuaciones de género”, parece ser eso, una fórmula intrincada de teoremas visuales que abordan reflexiones propias de la alta cultura. Se presupone una mirada a la historia del arte con “Skyline”, (reflexión de la línea en la pintura) a las conceptualizaciones del género con “GTAC”, (video sobre la manipulación genética), o una mirada ambos temas como en las propuestas  “M21”  y “Objeto de la Academia”, (registro de una acción de envoltura a un edificio como critica al feminismo “blanco, vicioso” y performance que reproduce la acción del juramento a la bandera, respectivamente)
Me parece que la dificultad está mediada por la estrategia artística de lo conceptual. De utilizar los códigos más sofisticados para acceder a participar de la escena artística, del espacio oficial del arte, del espacio museístico. Abordar la posibilidad de insertarse en el debate teórico y producir un quiebre… Una especie de acomodación discursiva [17]que supone una instalación del debate sobre temas de “género” en espacios públicos bajos sus normas oficiales. Un ardid que ha permitido el dialogo del activismo con la “academia” pero que ha complejizado los intercambios de significado con el público que visita la muestra que no logra entender el mensaje, porque no existe comunicación posible sin la comprensión de los signos.
Para que exista verdadera “dialogicidad” es necesario que existan códigos comunes entre quienes participen de la interlocución, abordar el discurso artístico como una estructura  dialógica de intercambio de significados que facilite unos mínimos semióticos, semánticos y lingüísticos, desde un reconocimiento desde la libertad y la acción. En palabras de Paulo Freire: La comunicación eficiente exige que los sujetos interlocutores incidan su “admiración” sobre el mismo objeto, que lo expresen a través de signos lingüísticos, pertenecientes al universo común a ambos, para que así comprendan de manera semejante la comunicación[18]
Lo que estoy intentando decir es que no puede haber critica al sistema de dominación desde un discurso extensionista[19] que reconozca la cultura dominante, que maneje su lenguaje y pueda articular desde esos bordes una propuesta provocadora, pero que sin embargo mantenga sus privilegios como actor/a cultural y continúe situando en posición inferior, como simple espectador/a de códigos indescifrables al resto de las personas.
Es innegable el estallido de imágenes, hoy más que nunca el mundo es un discurso visual. El público que visita este centro comercial tiene acceso a imágenes más perturbadoras del cuerpo que las obras de Katia Sepúlveda,  está bombardeada constantemente por publicidad, programas de televisión, escaparates, aparatos tecnológicos con pantallas táctiles, todos junto, todo a la vez. El poder de las representaciones es abrumador y existe un vinculo directo entre las representaciones y cómo vivimos la vida. Desentrañar esta realidad  implica la transformación de esta invasión cultural, significa que es indispensable establecer una construcción participativa del conocimiento.
La misma bell hooks nos da una pista para poder abordar este problema, se trata de ser testigos informados[20], de poder acceder a un gran nivel de alfabetización visual y escrita que nos permita actuar con pensamiento crítico, discernir  de manera vigilante de lo que se nos dice y lo que se nos muestra, de actuar con Insurgencia critica. Pero esto no se logra con un acceso desigual a la educación, con una educación artística reducida a la mínima expresión en las escuelas, con profesionales de las artes que se remiten a repetir los cánones del arte con los que se formaron, con echarles la culpa al auditorio de su supuesta ineficiencia al leer las obras. También hace falta que las artistas se pregunten por su propio rol en la elección de sus luchas contra sistema, proponiendo estrategias de traducción cultural, generando representaciones motivadas[21] que promuevan y faciliten una concientización.
El problema no es intrínseco al trabajo de Katia, porque las “bellas artes” siempre han manejado códigos de una cultura “elitista”, sin embargo su política feminista manifiesta un deseo del desborde, de romper con los paradigmas de las artes y de las teorías de género “eurocentrista”, indudablemente logra hacerlo como sudaca en Alemania pero no escapa a las relaciones de poder y a los privilegios de ser agente cultural en el extranjero. Las relaciones de poder son movedizas, entonces habrá que salir de la comodidad de la teoría foránea para redefinir los límites de la opresión y  vislumbrar estrategias que promuevan la transformación social.
Para finalizar, no puedo negar que es un logro discutir de estos temas en la arena oficiales, pero siempre bajo el signo de la concesión.  En nuestro país aún sigue vigente la dubitación entre la censura y el libre pensamiento. Sigue vigente la negación de la potencia corporal aunque el acercamiento a su vulnerabilidad siga dibujando el mejor camino para compartir experiencias comunes. Por eso son tan potentes y tan cercanas las obras “Postsexual” y “Nida”. Porque nos conmueven, porque manejan códigos que nos acercan…



Referencias Visitadas:
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Ziga, Itziar Devenir Perra. Barcelona: Ed. Melusina. (2009).












[1]Texto preparado para la mesa de conversación “Las Desobedientes: género, arte y política en el Chile de hoy”, Julia Antivilo, Camila Vallejos, Jessica Valladares,  sala Mall Plaza Vespucio de MNBA, Santiago, agosto 2013.
[2] bell hooks, “Mujeres Negras: Dar forma a la teoría feminista”, en Otras inapropiables, Editorial Traficantes de Sueños, Madrid, 2004.
[3] El acto de violación no es más que la expresión de la norma, incluso alienta la fantasía masculina en la cultura patriarcal de la agresión sexual. Y la articulación de esa fantasía en una industria de mil millones de dólares es la pornografía [...] La pornografía es propaganda sexista, ni más ni menos. La pornografía es la teoría: la violación es la práctica» (p.137 – 139) Robin Morgan, «Adiós a todo esto» de 1974
[4]Preciado, Beatriz  “Mujeres en los márgenes”, Reportaje después del feminismo, El País 13-01-07
[5] Ibíd.
[6] Butler, Judith, Cuerpos que importan: sobre los límites materiales y discursivos del “sexo”.  P315, Barcelona: Ed. Paidós. (2002).
[7] Navarrete, Carmen; Ruido, María; Vila, Fefa “Trastornos para devenir: entre artes y políticas feministas y queer en el Estado español”. En  Desacuerdos ,  Arteleku, MACBA y UNIA (2005). P165
[8] Preciado, Beatriz  “Mujeres en los márgenes”, Reportaje después del feminismo, El País 13-01-07
[9] Ibid
[10] De Lauretis, “Tecnologías del género” Ensayos en teoría, la película, y la ficción. Bloomington: Prensa De la Universidad De Indiana, 1987.
[11]  Despentes, Virginie. Teoría King Kong,  Ed. Melusina (2007) P.7

[12]Salanova, .Marisol  en La postpornografía como movimiento artístico, revista culturamas http://www.culturamas.es/blog/2013/08/05/la-postpornografia-como-movimiento-artistico/
[13]Llopis, María:  El Postporno era eso, Melusina Editorial. España, 2010. Entrevista en Culturamas http://www.culturamas.es/blog/2010/07/22/maria-llopis-el-postporno-era-eso/
[14] Ibid
[15] Valencia Sayak,  Presentación del libro Capitalismo Gore en el Programa de Estudios de Género de la Universidad Nacional Autonoma de México, 2012. Material audiovisual visitado en : http://www.youtube.com/watch?v=-3CbhRJPmrA

[16] bell hooks, “Mujeres Negras: Dar forma a la teoría feminista”, en Otras inapropiables, Editorial Traficantes de Sueños, Madrid, 2004.
[17]  Grau, Olga , Olea, Raquel y Pérez, Francisca. IV Conferencia Mundial de la Mujer, Beijin '95.' actores y
discursos, minuta, 1997.
[18]  Freire, Paulo, “¿Extensión y comunicación?, la concientización en el medio rural” Siglo XXI, México, 1998
[19] Ibid
[20]  Bell hooks, “Cultural Criticism & Transformation”, The Media Education Foundation, material audiovisual visitado en http://www.youtube.com/watch?v=zQUuHFKP-9s
[21] Ibid 







“VISUALIDAD Y REPRESENTACIÓN DE CUERPOS FEMENINOS”
Texto presentado en la Universidad de La Plata, 2008
"Visualité y Représentation de corps féminins" fue publicado en una edición francesa "L Homme Disparu" Photographie y Corps politiques 9, 2016

INTRODUCCIÓN

El siglo recién pasado se caracterizó, en términos de imagen,  por el nacimiento de la cultura mediática. Desde entonces su influencia como aparataje de nuevos ejercicios de control ha ido en aumento. Es indudable que los medios de comunicación juegan un rol importante en la transmisión de imaginarios y representaciones sociales en la constitución simbólica del mundo, y es innegable su influencia en nuestra estructuración como sujetos/as. Esta situación ha derivado en crecientes cuestionamientos sobre la objetividad y neutralidad de la imagen, que como discurso es cultural y heredera de prácticas  y teorías históricamente determinadas. El propio François Soulages explica que la realidad  sólo se muestra mediante representaciones[1] de tal manera que cuestionar esas representaciones es la mejor manera de cuestionar la realidad.
Si además abordamos la posición estructuralista que distingue Foucault para entender que los seres humanos estamos construidos por un discurso social y/o una práctica cultural, entonces, conceptos como cuerpo, género e identidad  pueden ser problematizados como un entramado cultural. Si la formación y división del género está constituida por prácticas reguladoras y normativas que constituyen nuestra identidad, podemos considerar que estamos limitados por un discurso hetero-hegemónico, el cuál podría evidenciarse  mediante una análisis crítico de la vorágine de imágenes emitidas por los medias.
El presente texto pretende de manera aproximativa, abordar la capacidad del discurso visual para descubrir la evidencia de la presencia femenina en el repertorio de imágenes que construyen nuestra realidad. Reflexionar cómo podemos recuperar la memoria de las mujeres a través una revisión crítica y subversiva. Desde una relectura y resignificación del imaginario visual, y finalmente revisar algunas propuestas artísticas desarrollas por mujeres que plantean el desmontaje de esta articulación.





El peligro, en suma, es que en lugar de dar un fundamento a lo que ya existe (…) estemos obligados a avanzar (…) por un terreno cuya cuadricula no se ha hecho aún y hacia un término que no es fácil de prever[2]

                                                                Michel Foucault, “La Arqueología del Saber”



De la Multiplicidad de la Imagen

Es evidente la enorme importancia que ha adquirido la imagen en una cultura súper abundante en información de formato visual, al incidir en los registros personales y colectivos sobre lo que consideramos Memoria[3].  Este sobredimensionado acontecer de imágenes pasadas –fotografías, imágenes del cine, de la televisión, de la publicidad- y su continua búsqueda ó retorno en el presente –a través de un resguardo personal o colectivo- imbrican realidades pasadas y realidades presentes en una construcción articulada por los medios de comunicación.
Entendiendo que el recuerdo y la memoria están hechos de imágenes  y que las “palabras se corporizan en la memoria para ser almacenadas como imágenes”[4] es de suma importancia considerar el rol del cine, la publicidad, la televisión, la Internet, y una multiplicidad de nuevos medios, como formas de visualidad que transmiten y mantienen  jerarquías sociales.
A un ritmo abrumador de crecimiento podemos encontrar un contingente de imágenes que instala progresiva y sostenidamente un icono de feminidad, un prototipo de mujer sensual y fatal, que resulta ser el vínculo donde estrecharon lazos definitivamente el cuerpo femenino, la industria de masas, y los objetos cotidianos de consumo. 
A partir de una primera impresión esta vorágine visual se establece como el único recuento de nuestro paso por la historia, parecen ser un guiño a esa memoria de género olvidada. Nos insinúan una historia, nos insinúan un reflejo, pero nos tropezamos al escudriñar y encontrar sólo una acumulación de imágenes de cuerpos femeninos, desnudos y erotizados.
Pretender realizar una revisión de nuestra participación en la historia se ve dificultada por un vacío que es auspiciado por una cultura predominantemente masculina. El problema fundamental  estriba en cómo podemos construir nuestra autodefinición como mujeres, considerando que el cuerpo femenino más que cualquier otro, ha sido “explotado” por la industria de los medios.  ¿Será posible entonces que parte de nosotras pertenezca a esta “explosión” de imágenes? ¿Es posible encontrar una respuesta a nuestra genealogía femenina en estas imágenes, que vuelven una y otra vez al presente? ¿Por qué esa necesidad de obtener una prueba, una huella, un indicio de nuestra participación en la historia?
Es indudable que existe una invisibilización periódica, sistemática y continua de la participación femenina en lo público a través de la historia, y que la consecuente re-valorización  de estas contribuciones ha sido objeto de sostenidas disputas por todo el movimiento de mujeres en nuestra sociedad. Es indudable que los sistemas de representación sólo admiten una visión, evidencian una posición centralizada, unitaria y masculina. Es por esto que se han asignado notables esfuerzos para restituir una historia que existe fragmentada. En la actualidad las imágenes resultarían una evidencia irrefutable gracias a la cual se lograría armar el resto del rompecabezas.
La dificultada que tiene este objetivo consiste en asumir una posición hegemónica de la historia y anexar ciertas realidades subalternas al discurso oficial, sin reparar en las bases que construyen esta estructura de divisiones. Si bien hoy vemos la realidad a través de las imágenes[5], es importante contemplar que su complejidad guarda estrecha relación con el orden simbólico. De tal manera que realizar una acumulación de imágenes –fotográficas ó no- que  intente restituir una realidad política-social determinada por un momento histórico, sin contemplar la diversidad de la representación, se resignará a asumir la imagen como una evidencia que no presta atención a su índole arbitraria, altamente elaborada[6] como señala Panofsky.
Para realizar una revisión de nuestra memoria de género es necesario abordar  la multi-complejidad de la representación. Dejando de considerar las imágenes como un mero accesorio visual que certifica un acontecimiento, y desarrollar un pensamiento que interrogue sus condiciones de producción histórico-culturales, tanto de/la sujeto/a que las desarrolla como la industria que las sustenta- sus condiciones de distribución y transmisión,  así como  las particularidades y pluralidades de su recepción. Tal vez, como señala Soulages se debiese implementar una estética del ‘a la  vez’,[7] ya no tan sólo para la fotografía sino que se trate de una análisis que permita explorar y analizar las tensiones y existentes entre el material visual, el objeto, el resultado y el acontecimiento, entre el productor de visualidades  y los sujetos visualizados, entre lo imaginario y lo real, entre el presente y el pasado, entre la cosa y la existencia, entre la forma y la realidad, entre el arte y la sociedad.[8]
Otro autor que posibilita abordar las imágenes desde la estructura del lenguaje visual como es el historiador Rojas Mix. El concepto que él denomina “imaginario” permite entender que la significación global de un mensaje visual se construye por la interacción de diferentes signos, se conforma en contextos  y coyunturas especificas, y descubre su polisemia por la forma de interrogarlo desde diversas disciplinas.[9]
El imaginario permite considerar que la imagen puede vehicular varios mensajes. Sitúa la imagen como una especie de calidoscopio que mezcla diferentes signos, esto hace posible el surgimiento de combinaciones infinitas e imprevisibles. Según el autor, las imágenes (como las palabras) adquieren sentido en su interacción con otras imágenes (con otras palabras).Toda imagen esta marcada por otras. Por el trazo que dejan las anteriores a ella, así como el que ella les deja a aquellas que la siguen. Sólo en la red total del imaginario puede encontrase el sentido (parcial).[10]
A su vez, Serge Gruzinski, un importante historiador de la cultura mexicana, afirma que las imágenes no manifiestan un carácter aséptico, sino que serían una especie de contenedor de cruces de fuerza que sintetizan o manifiestan cualidades de su sociedad. La imagen correspondería entonces a una especie de palimpsesto que llevarían impresos en sus formas la trama de conflictos, resignificaciones, y apropiaciones que evidenciarían los conflictos de una época, contexto y cultura. De esta posición existiría en nuestros días una “guerra de imágenes” [11] que intenta dar cuenta de la dominación de un grupo sobre otro, instalándose como una visualidad abrumadora.
En términos foucaultianos, en esta acumulación de imágenes  se manifestaría una lucha por la instalación del poder. Se trataría de construcciones de diversas narrativas que compiten entre sí por imponer una interpretación. Según su concepción el poder está en todas partes; no es que lo englobe todo, sino que viene de todas partes… el poder no es algo que se adquiera, arranque o comparta, algo que se conserve o se deje escapar; el poder se ejerce a partir de innumerables puntos, y en el juego de relaciones móviles y no igualitarias[12]
 Apropiarse de esta premisa supone desacralizar una visión centralizada jerárquica, vertical e improductiva, introducirnos a estrategias de subversión para resistir y resignificar el discurso imperante. Desde la visualidad significa demostrar que la imagen puede ser el vínculo de todos los poderes y todas las vivencias[13]. De este modo, si bien puede ser instrumentada, para someter a una cultura, su sola manifestación asume una inevitable contestación, una deconstrucción y reconstrucción que se instala desde la crítica visual. Este mismo carácter dinámico del proceso de materialización abre la posibilidad, en algún momento, de volverse contra la norma e introduce un elemento de contingencia que permite actuar de una manera inicialmente no prevista.
Elizabeth Jelin lo trasladaría a lo que denominó “Luchas por la memoria”, un concepto que asume el discurso como una situación de luchas por las representaciones del pasado, centradas en las luchas por el poder, por la legitimidad y el reconocimiento. Estas luchas implican, por parte de los diversos actores, estrategias para “oficializar” o “institucionalizar” una (su) narrativa del pasado[14]
De este modo, la tradicional interpretación de las imágenes de un cuerpo desnudo como subyugado por la cultura patriarcal, como la evidencia de una  imposición hegemónica, debiese ser revisada a través de estos cruces de fuerza, apropiaciones, resignificaciones, alteraciones que modifican el primer concepto tras la imagen. Distinguir cuánto de la liberación sexual se encuentra implícita en estas imágenes, cuánto de la apertura social hacia el campo laboral femenino y cuánto de su represión, manipulación, y subyugamiento como objeto sexual.
Descubrir la evidencia femenina en este discurso circundante, en estas realidades superpuestas, en estas memorias comercializadas, significaría entonces abordar una trama discursiva que no polarice nuestra realidad entre segmentos aceptados y excluidos. Sino como apunta Foucault entenderla como una multiplicidad de elementos discursivos que pueden actuar en estrategias diferentes.[15]  Deconstruir estas  estrategias de representación o puestas en escenas en el discurso visual pondrá en evidencia el entramado cultural que sustenta la historia oficial y permitirá una abierta relectura para su resignificación.  



La fuerza simbólica es una forma de poder que se ejerce directamente sobre los cuerpos y como por arte de magia, al margen de cualquier coacción física;  pero esta magia sólo opera apoyándose en unas disposiciones registradas,  a la manera de unos resortes, en lo más profundo de los cuerpos.[16]
Pierre Bourdieu, “La Dominacion Masculina

Propuestas de Subversión.

Un ámbito reciente  de los  estudios culturales ha situado  al cuerpo como construcción de discursos e imágenes; como campo fecundo de luchas y conflictos en que las agencias de poder y las resistencias compiten por su dominio. El cuerpo ha dejado de ser entendido como a-histórico, como una entidad biológica, como una materia pasiva sobre la que se proyecta lo masculino y lo femenino. El cuerpo está entretejido y es constitutivo de sistemas de significación y representación, estaría marcado y fijado a partir de una diferenciación cultural.
Este aparato de producción mediante el cual se establecen las diferencias genéricas, regula la autodefinición que realizamos como sujetos/as, a través de discursos y prácticas sociales que resultan de una red de elementos que se superponen y se entrecruzan compleja e impredeciblemente. La división sexual correspondería a una unidad artificial elementos anatómicos, funciones biológicas, conductas, sensaciones, placeres[17]que ha permitido en sí mismo el funcionamiento de esta unidad ficticia.
No sólo el género es entendido como las prácticas culturales que marcan los cuerpos, sino que el sexo biológico también es cultural. Para Lacqueur las representaciones anatómicas masculinas y femeninas dependen de la política cultural de la representación y de la ilusión[18]. En esta lógica el autor  destaca que ese cuerpo privado, cerrado y estable, que parece subyacer en la base de las nociones modernas de la diferencia sexual, es también producto de momentos culturales e históricos concretos. Él también, como los sexos opuestos, queda dentro y fuera de foco.[19]
De esta manera resulta fundamental para la teoría feminista desarticular valores establecidos para los géneros para lograr exponer ese sistema de poder que legitima ciertas representaciones mientras bloquea, prohíbe o invalida otras. Poner en tela de juicio la estructura de estas  representaciones apunta a desmitificar esas identidades atomizadas, desajustando las practicas sociales a partir de los cuales el/la sujeto se constituye como sujeto/a  sexuado.
En el terreno de la producción artística subvertir los códigos consiste en romper el sistema de significación dominante, criticar la representación dada e intentar desajustar los valores establecidos para los géneros.  Distintas mujeres artistas han cuestionado el interior de estas convenciones, atacando la categoría mujer, problematizando la subjetividad, produciendo su crisis, en un proceso de continua de-construcción.
Estas artistas desarrollan un nuevo concepto de trabajo artístico recurriendo a los procedimientos alegóricos basados en la apropiación -que en ocasiones llaman confiscación-, la superposición y la fragmentación. Su metodología de trabajo consiste, la mayoría de los casos, en la manipulación del material de difunden los “medios”. Material de la cultura popular a través del que intentan describir la incidencia de éste en el tejido social.
Las propuestas de estas artistas pretenden interrogar lo real a través de la representación, intentan criticar tales ilusiones criticando sus imágenes. Pretenden agudizar la mirada de manera critica, pretenden apuntar a la representación, para así como señala Soulages,  negarse a hacer creer que nuestra relación con el mundo es una relación de inmediatez y transparencia, y por tanto interrogar esa mediación que en ocasiones tiene la voluntad de hacer creer en su existencia.[20] Sus planteamientos visuales contemplan de suma importancia la relación directa de las prácticas visuales con la percepción social, puesto que la mayor parte de los hábitos visuales de una sociedad no están registrados en ningún documento escrito.[21] Esta  posición significa -tanto para las artistas como los/las espectadores/as-  ajustar sus papeles para convertirse en ‘manipulador’ y ‘lector activo de mensajes’.
Bárbara Kruger y Jenny Holzer son artistas usamericanas de los años ochentas que deslizan su posición reivindicativa hacia el terreno de la teoría y del discurso crítico. Bárbara Kruger trabaja con anuncios de revista y periódicos, carteles, señales públicas, etc. Sus propuestas desarrollan una interrelación entre imagen y texto para plantear cuestiones genéricas utilizando estrategias visuales derivadas de los anuncios. Aborda la diferencia de género a través de textos acusatorios que desarman la ideología de la dominación masculina implícita en las imágenes. Utiliza el texto enmarcando, a veces en largas franjas rojas una sola palabra (‘perfecta’, inocente’) que se disponen sobre la imagen fotográfica reduciendo el icono mujer a un estereotipo. Del mismo modo, Jenny Holzer se vale de las estrategias de la publicidad urbana para formular sus opiniones, denuncias y demandas sociales. Presenta breves frases en carteles, camisetas, paneles electrónicos objetos de arte, entre otros, con una gran carga irónica, que en un proceso de banalización reformulan cuestiones sociales. Frases breves del tipo, ‘murder has it sexual sid’ o ‘abuse of power comes as no surprise’ -el asesinato tiene su lado sexual, el abuso de poder ya no sorprende a nadie-, pretenden descubrir rotunda y  neutralmente las contradicciones de la sociedad, sus estructuras ideológicas, que dejan al descubierto la falsa homogeneidad de los signos urbanos con los que se podía confundir[22]
Hay que decir como critica que su trabajo aborda la construcción de la subjetivad de manera universal, dejando de lado particularidades individuales. Ambas artistas no dejaron de ser, ni de considerarse, waps (White-Anglo-Saxon-Protestant), anglosajonas, blancas protestantes; es decir, un miembro de aquella clase dominante de los Estados Unidos que ejercían una cierta conciencia crítica del sistema pero siempre dentro del propio sistema y respetando unos cierto límites.[23]
En este mismo contexto se encuentra la obra de la fotógrafa Cindy Sherman quien utiliza el concepto de mujer, su apariencia, su imagen, desde el universo de los medios de comunicación, para plantear fotografías a gran formato en las que su cuerpo se expone a una mirada ajena, a una mirada masculina, intentando demostrar que el yo autónomo y unitario es sólo una serie discontinua e interminable de copias y falsedades, rebelándose contra la estandarización y la homogenización de la existencia humana a un sólo y único punto de vista. La artista subvierte un amplio compendio de cómo las mujeres son miradas en los anuncios publicitarios. Repitiendo y parodiando hasta el cansancio los estereotipos que se instalan en los medios de comunicación, a través de la apropiación de estos clichés, instalando  un montaje fotográfico que utiliza su propio cuerpo para forzarle a adquirir una nueva significación. Sus fotografías, en continuo cambio, cuestionan las imposiciones físicas impuestos por la sociedad y los códigos de identidad basados en los aspectos externos. La acción que realiza la artista es una posibilidad de subversión.
Para analizar esta propuesta artística es necesario considerar el postulado de la teórica Judith Butler quien plantea el proceso de materialización de la identidad como una práctica reguladora de la formación y la división de género, donde del accionar de los individuos estaría normado a través del acto performativo, o sea a través de una constante repetición, imitación, y reiteración de normas de género. En su opinión el límite y la superficie de los cuerpos están políticamente construidos. [24]
Para la autora subrayar e imitar los gestos significativos través de los cuales se establece el género en sí podría desestabilizar las normas genéricas. Para ello propone una serie de prácticas paródicas basadas en una teoría performativa de los actores de género que trastornan las categorías del cuerpo, el sexo, el género y la sexualidad, y que provocan que éstas adquieran nuevos significados y proliferen subversivamente más allá del marco binario.
De esta manera la propuesta de la teórica coincide con la articulación artística que desarrolla Sherman, su trabajo demuestra que es posible utilizar la performatividad de género para atacar ideas sexistas repetidas, y sesgadas, de manera discursiva. La constante resignificación que realiza permite subvertir modelos femeninos establecidos, desmantelando preconceptos sobre la “mujer”. Sin embargo, el trabajo de la recepción, de la interpretación y la recreación comienza por no culminar jamás[25] Talvez sea esta amplitud de negaciones la que impide vislumbrar una experiencia femenina común.
¿Bastará con este gesto?, ¿será productivo alterar aunque sea un poco esta naturalidad del género? Butler plantea que sí,  las ficciones reglamentadoras de sexo y de género son, de suyo, sitios de significados muy impugnados, entonces la multiplicidad misma de su construcción ofrece la posibilidad de que se destruya su planteamiento unívoco[26]
Sherman deconstruye no sólo su imagen sino que su materialidad, destruye cánones y preconceptos fijados en la historia del arte. Distorsiona hasta el límite lo que podría parecer un resabio de nuestra inserción en la cultura, la episteme histórica que prescribiría nuestra manera de interpretar lo corporal. Las imágenes como un producto de la actividad social que las crea llevarán las marcas de ésta.
Es por esto que el trabajo de Sherman prosigue hasta la deconstrucción total. Ella misma es un sujeto inserto en el discurso. Su cuerpo también esta normado. La única alternativa para renunciar a las tipificaciones es la desaparición total. En este sentido, Butler apoya esta visión decontructivista en pro de una confusión total: problematizar el género no mediante estrategias que imaginen un más allá utópico, sino mediante la movilización, la confusión subversiva y la proliferación precisamente de aquellas categorías constitutivas que intentan mantener el género en su lugar al aparecer como las ilusiones que fundan la identidad.[27]
Llegar a la deconstrucción total significa poner en crisis la coherencia interna del sujeto, significa desmantelar las prácticas reguladoras de formación y división de género, en tanto normativa de la experiencia, estilizada y repetida en la cotidianidad de un marco regulador muy rígido, finalmente poner en crisis la identidad significa llegar al límite  de desarticular  el núcleo que identifica a las personas con sí mismas.[28]
Una artista de performance que también desarrolla este cuestionamiento es Orlan. Su propuesta es repensar el cuerpo como una entidad dormida, plegada a los dictados de un discurso homogeneizador que lo instrumentaliza hasta convertirlo en un simple medium, sin más función que la de servir de cauce para la expansión del sistema de valores dominante. La artista intenta, según esta mirada, denunciar las estrategias de coerción que ha emplazado la sexualidad en la instalación del cuerpo, en esta puesta en es escena del sexo, pero a la vez intenta desmantelar estas relaciones de poder a través de estrategias estéticas que dan cuenta de su instrumentalización. En este sentido sus posición estaría en relación con el planteamiento foucaultiano que establece que en las relaciones de poder la sexualidad no es el elemento más sordo, sino, más bien, uno de los que están dotados  de la mayor instrumentalidad: utilizable para el mayor número de maniobras y capaz de servir de apoyo, de bisagra, a las más variadas estrategias[29]
El trabajo que la artista constituye sobre su cuerpo a través intervenciones quirúrgicas, comienza a principios de los noventa, se centra en la “reconstrucción” de su cuerpo. Orlan trata su propio corporalidad como si fuera materia prima. Su carne abierta deviene espectáculo, el cuerpo es equivalente a la tela como soporte sobre la que se gesta la obra. Se trata de un planteamiento estético que actúa “realmente” sobre el soporte corporal, modificándolo. De manera que su propuesta artística nos sitúa ante la experiencia vivida, ante el cuerpo vivido. Se trata entonces, según Beauvoir, no del cuerpo-objeto descrito por los científicos, sino el cuerpo vivido por el sujeto que es siempre un cuerpo sexuado significado culturalmente[30]
Su propuesta -consecuente con la deconstrucción a través de la critica a estereotipos y cánones de belleza que centra en muchas de sus intervenciones- se vale de la rama discursiva para poner en juego la puesta en escena del cuerpo, no como una superficie disponible que aguarda significación, sino como una serie de límites individuales y sociales que se mantienen y adquieren significado políticamente.
Al igual que Butler, Orlan intenta demostrar que el sexo ya no se puede considerar una verdad interior de disposiciones e identidad, se mostrará que es una significación performativamente realizada (y, por lo tanto que no “es”) y que, al liberarse de su interioridad y superficie naturalizadas, puede ocasionar la proliferación paródica y la interacción subversiva de significados de género[31]
Si el elemento común en la producción de las identidades surge como la repetición, poner en duda la continuidad significa subvertir esta unidad de sentido, erosionar el cuerpo fijado y en consecuencia reconstruir, tras la deconstrucción. De esta manera, la acción de Orlan constituiría no sólo un acto artístico, sino que una asumida posición política y activa en la subversión de estos criterios. Su auto autodenominación como la primera transexual mujer identifica su propio cuerpo como el cuerpo modificado, como el “cuerpo activista” o “travestido”. Su cuestionamiento crítico del/la sujeto moderno podría resolverse, de este modo, en un cuerpo modificado, corregido, ampliado o reconstruido. Orlan realiza una intervención extrema modificando y de-construyendo supuestas verdades esenciales e inalterables llevando al extremo los criterios de continuidad e identidad de género.
Resulta sumamente  relevante recalcar que estas propuestas de artistas contemporáneas  coinciden en abordar las representaciones construidas en torno al cuerpo femenino para  de-construir y encontrar la  fisura de las resistencias.  Constan  quiebres y contradicciones que posibilitan emancipar un cuerpo femenino a partir de la esencia contradictoria en la que ellos se basan.  Su critica se traduce en comprender cómo la estructuración que realizan las relaciones de poder sobre los cuerpos y su instalación como dominio en la sexualidad, fundan esquemas  mentales que en lo cotidiano pasan inadvertidos.
Sin embargo esta posición las situaría en una aparente contradicción que visibiliza una  de-contrucción total y apocalíptica de lo que hasta el momento constituían las verdades fundamentales. Es aquí donde la imagen adquiere un interesante valor estratégico como herramienta que produce contra-sentido desde una relectura critica que permita su contraposición, exaltación, parodia y subversión, generando multiplicidad de nuevas interpretaciones. Como tal puede ser sometida a posibles lecturas y nuevas reconfiguraciones de forma posterior, sirviendo como base para una re-creación múltiple e infinita.






BIBLIOGRAFÍA
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[1] Soulages, François, “Estética de la Fotografía Editorial La marca, Buenos Aires; 2005. Pág. 241
[2] Foucault, M.  La Arqueología del Saber” Siglo XXI Editores 2008. Pág. 64
[3]  Acerca  de la enorme influencia de los medios como vehículos de memoria revisar Huyssen, A. Pretéritos Presentes: Medios, Política, Amnesia, En busca del Futuro perdido. Cultura y memoria en tiempos de Globalización, fondo de cultura Económica, México 2001.
[4] Rojas Mix, Miguel: “El imaginario” .Civilización y cultura del siglo XX” Prometeo Libros, Argentina; 2006 Pág. 129
[5] Soulages, François op. cit., Pág. 234
[6] Panofsky, Erwin. La perspectiva como forma simbólica. Barcelona, Tusquets, 1999.
[7] Soulages, François op. cit., Pág. 234
[8] Ibíd.
[9] Ibíd. Pág. 18
[10] Ibíd. Pág. 453
[11]Gruzinski, Serge “La guerra de las imágenes. De Cristóbal Colon a “Blade Runner” (1492-2019)”Fondo de Cultura Económica, México 1995. Pág. 12
[12] Ibíd. Pág.113-114
[13] Ibíd.  Pág. 13
[14] Jelin, Elizabeth, “Los Trabajos De La Memoria”. Siglo XXI, Buenos Aires,  2002. Pág. 36
[15] Foucault, Michel “Historia de la Sexualidad vol. I La Voluntad del saber.” Edit. SXXI. México; 1986. Pág.122
[16] Bourdieu Pierre, La Dominación Masculina Barcelona, Anagrama, 2000. Pág. 54
[17] Foucault, Michel, Op.cit  Pág. 187
[18] Lacqueur, Thomas “La construcción del Sexo” Cuerpo y género desde los griegos hasta Freud. Ed. Cátedra, Madrid; 1994. Pág. 127
[19] Ibíd.  Pág. 42
[20] Soulages, François Pág. 241
[21] Ibíd. Pág. 23
[22] Ibíd., Pág. 484
[23] Ibíd., Pág. 485
[24] Butler, Judith op. cit.,  Pág.30
[25] Soulages, François, Pág. 343
[26] Ibíd. Pág. 66
[27] Ibíd. Pág.67
[28]Ibid. Pág.67
[29]Foucault, M. op. cit., Pág.127
[30] Beauvoir, “El segundo sexo. I”. Los hechos y los mitos, Cátedra, Madrid, 1998. Pág.101
[31] Butler, J.  op. cit., Pág. 67

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